Los hay raros en el planeta pero como el candajo pocos hay, un tipo estrambótico al que asusta mirarle a los ojos, sale algunas noches a golpear las farolas con la bolsa de desechos plásticos.
Suelo trasnochar muchas noches hasta altas horas de la madrugada, a veces adorando el silencio mientras el pueblo permanece dormido y escuchando los ruidos de la noche, pensando, imaginando o viajando en mi mente.
Pero cuando candajo viene a recorrer las calles presto mucha atención y escucho perfectamente lo que el sujeto va mascullando en su alocado y alborotado caminar.
Sin duda el hombre debe de padecer de algún tipo de trastorno todavía no descubierto por la ciencia y mucho me temo que en esta vida no alcanzaran a darle cura, candajo pasea al ladito mismo de satanás y hasta este me consta que se le retuercen las entrañas en un escalofrió de terror solo con verlo. Una solo vez haciendo acopio de valor me asome a la ventana y me vio. ;) pobre satanás que desde entonces prefiere caminar con Dios.